sábado, 11 de julio de 2020

TIEMPOS PANDEMICOS: Entrevistas desde casa


ALFREDO STAFFOLANI : "Confío en que la pausa es aleccionadora"




¿Dónde estabas y qué debiste posponer en los comienzos de la cuarentena?

El inicio de la cuarentena me agarró en el aeropuerto, volviendo de Alemania. Estaba trabajando en el Residenzteather de Múnich, con un estreno interrumpido y sin proyección para mi retorno que debía ser durante este mes de julio, para el estreno de la pieza que había escrito. Volvía además para retomar mi trabajo docente en Buenos Aires, tenía previsto el reestreno de La Maldad del Mundo, el estreno de una obra nueva con mi grupo en Buenos Aires, y un trabajo en colaboración entre París y Buenos Aires con la dramaturga francesa Alexandra Badea. Todo fue cancelado por ahora, a excepción de mi trabajo como docente que pude sostenerlo a distancia y el trabajo conjunto con la traductora de la obra en Alemania.



¿De qué manera transitas este largo aislamiento?

Pasé por distintas circunstancias durante el aislamiento que me hicieron bordear el entusiasmo por nuevas lecturas, estudiar un idioma nuevo, revisar obras en proceso, generar nuevos materiales y a la vez, la desesperación por no saber cómo iba a poder encontrar hacia adelante espacio todo ese material para poder llevarse a cabo. Pero confío en que la pausa es aleccionadora. A causa del tiempo que había estado trabajando en Múnich, llevaba casi tres meses más de un invierno muy crudo, casi sin salir más que para ir al teatro. Entonces generé nuevos hábitos domésticos durante los últimos seis meses, puedo leer un poco más sereno, y pensar un poco más en lo que hago sin que la variable tiempo me aniquile. A la vez, doy clases varias veces a la semana, lo cual mantiene despierto el diálogo con mi práctica de una manera un poco periférica, pero a la vez, posible.



¿Qué opinas sobre las medidas que tomó el gobierno para enfrentar éste momento?

Creo que se tomaron medidas a tiempo que, por un lado, visibilizaron la precariedad de casi todas las instituciones de las que somos parte: la salud, la economía, la política, la cultura, la vida sexual, afectiva. Pareciera que en todo sitio en el que se fue a buscar indicios de algo, aparecieron nuevas plagas instaladas en la forma en que cada cosa se constituía. En una casa donde se esperaba que vivieran dos, vivían siete. En un colectivo del que se esperaba el silencio, apareció una agrupación, del rumor de la derecha, apareció la relatividad de la pandemia de manera vehemente y enloquecida. El aislamiento es muchas veces insoportable porque nos fue enfrentando a nuestra propia relación con la muerte, entonces como respuesta aparecieron nuevos discursos sobre el miedo, el control y el afecto. Quizás este tiempo esté tan sobrecargado de urgencias que sea aceptar que a veces la escucha tiene que estar corrida de la propia subjetividad, ser un poco más generosa.



¿Qué evaluación haces con respecto a la situación que atraviesa el teatro independiente?

Es difícil pensar en el teatro independiente como una cosa, sobretodo porque en su conjunto agrupa muchas debilidades muy específicas: La situación de las salas sin programación y con demoras en el pago de los fondos que las sostienen, la situación de los y las artistas sin producir creativamente, ni poder trabajar como docentes, la situación de los técnicos y las técnicas, sin trabajar ni poder - en algunos casos - ser parte de alguna de las líneas de ayuda o promoción que se fueron creando.
 Por otro lado, en la perspectiva de regreso, sin duda que el teatro independiente va a ser el más endeble, porque una sala de pocas localidades no puede legitimar su sustentabilidad trabajando al 20, 30 ó 50 por ciento de su capacidad, probablemente no pueda ni sostener los gastos que eso supone. A la vez, muchas de ellas, tampoco tienen la chance de alquilar sus espacios ni dar uso a sus bares, salvo para el delivery. Entonces tenemos que asumir que a medida que la actividad se retome, vamos a tener una economía de postguerra, que sin duda nos va a llevar a re-pensar cómo volver a construir nuestros espacios de trabajo, cómo diversificarlos, y heredar algún pensamiento catastrófico no para imitar en términos temáticos, sino para seguir problematizando sus jerarquías, sus fallas y sus zonas grises.



¿Crees que el teatro pueda mutar hacia otras plataformas?

Probablemente el teatro pueda hacer ejercicios en otras plataformas. Pero sin duda que su
carácter específico sería otro. Yo hice experiencias en Alemania por Streaming cuando la cosa comenzaba y tenían el espíritu de algo que iba a durar poco. Ahora acá estoy queriendo investigar cómo serían esos diálogos, aunque suelen frustrarme. Para mí hay algo de ritual que ahora está pausado. Yo conocí al teatro adentro del teatro, primero como espectador, después haciéndolo. No quiero adaptarme a que la computadora, mi teléfono ó una pantalla de cine sean los cuerpos a observar porque el cuerpo de la cámara no había sido hasta ahora mi objeto de deseo. O en todo caso, había sido un lugar de observación dentro del teatro. Soy de los que prefiere esperar. De todas maneras no estoy negado, pero no quiero insistir con un impulso de existencia constante a través de las redes sociales porque sin duda que no me representa. No estoy tan vivo ahora, estoy un poco dormido, y un poco despierto, trabajando, leyendo, observando. La solidaridad falsa de quien quiere mostrar su letargo durante todo el día no me divierte, como así tampoco la de celebrar los dones ajenos que aparecieron en este tiempo, y menos aún la de dar cátedra sobre cosas que no tengo la menor idea de cómo van a seguir. Ya la responsabilidad de la palabra en los espacios de formación me parece bastante grande, y suficiente para seguir trabajando en que esos espacios puedan ser cada vez menos pedantes y sí más abiertas, creativas y sensibles.




* Ph: Ian Kornfeld




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